En 25 minutos el Presidente de la República repasó algunos de los artículos más importantes de la Ley de Urgencia, para defenderlos en la convicción de que finalmente una mayoría silenciosa que quiere que las cosas se hagan, haga cumplir un programa de gobierno que no quiere volver atrás en muchos temas. Respondió unas pocas preguntas.
En su introducción el mandatario recordó los principales pasajes del comienzo de su gestión, cuando convencido de revertir la problemática de la inflación, el costo de vida y el déficit fiscal, inició un camino que -dijo- se encontró con el fuerte escollo de la pandemia que lo cambió todo.
Posteriormente abordó los puntos más salientes de los artículos impugnados, en especial el que hace a la seguridad pública, argumentando que hay un respaldo jurídico a la policía y una protección mayor a los ciudadanos, que, en caso de ser derogado, implicaría para el hombre y la mujer policía una frustración en su intención de combatir mejor a la delincuencia.
También abordó el capítulo de la Educación donde se había observado un deterioro en el nivel de niños, jóvenes y adolescentes, donde el gobierno optó por otras herramientas que consideró fundamentales para revertir esa tendencia.
Lacalle señaló que no entiende cómo no se comprende la necesidad del tema de las adopciones, explicando que hay mucha gente que sabe de parejas que han esperado años para adoptar y niños que no han podido durante mucho tiempo vivir en el seno de una familia. La LUC -dijo- genera un sistema para acelerar las adopciones.
Lacalle Pou explicó (una vez más) el tema de los alquileres sin garantía, una iniciativa que él mismo había planteado cuando era diputado, habló de la inversión de 1.700 millones de dólares en la salud y en los más débiles y defendió la libertad de utilizar el dinero en efectivo a diferencia de la obligatoriedad de la inclusión financiera.
Los artículos referidos a penas más duras para la delincuencia, fueron también abordados por el mandatario, que respondió preguntas a cinco periodistas, donde reconoció que para el gobierno la derogación significaría claramente un retroceso, aunque confió en que esa instancia no se dará. Y a la inversa, dijo que un triunfo del NO tampoco es un hecho para festejar, no sería otra cosa que la ratificación de una herramienta que ha sido largamente pensada como fórmula para un tiempo de cambio en el modelo de país.